Consumir la mitad de carne y leche reduciría un tercio de las emisiones que causan el cambio climático

Hábitos alimenticios

Según un estudio, se podrían obtener beneficios adicionales para el clima y la biodiversidad al reforestar tierras libres de producción ganadera 

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Cerdos agrupados en una granja

Agustí Ensesa / Colaboradores

Sustituir la mitad de los productos cárnicos y lácteos por alternativas de origen vegetal ayudaría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la agricultura, un paso imprescindible para frenar el calentamiento global y atenuar los efectos provocados por el cambio climático

Esa es la conclusión principal de un estudio realizado por 13 investigadores y publicado este martes en la revista Nature Communications, realizado por investigadores de la Universidad de Vermont, el Instituto Internacional de Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), la Alianza Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).

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Se trata de primer trabajo en analizar la seguridad alimentaria global y los impactos ambientales del consumo de carne y leche de origen vegetal a gran escala, teniendo en cuenta la complejidad de los sistemas alimentarios.

"Necesitaremos mucho más que 'lunes sin carne' para reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, y este estudio nos muestra un camino a seguir", sostiene Eva Wollenberg, de la Universidad de Vermont (EE.UU.).

Según sus hallazgos, se podrían obtener beneficios adicionales para el clima y la biodiversidad al reforestar tierras libres de producción ganadera cuando los productos cárnicos y lácteos se sustituyen por alternativas de origen vegetal, lo que duplicaría los beneficios climáticos y reduciría a la mitad las futuras disminuciones de la integridad del ecosistema para 2050.

El área restaurada podría contribuir hasta un 25 % de las necesidades globales estimadas de restauración de tierras, según la Meta 2 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming Montreal para 2030.

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Wollenberg subraya que “las carnes de origen vegetal no son solo un producto alimenticio novedoso, sino una oportunidad crucial para lograr objetivos climáticos y de seguridad alimentaria y, al mismo tiempo, objetivos de salud y biodiversidad en todo el mundo”. “Estas transiciones son desafiantes y requieren una variedad de innovaciones tecnológicas e intervenciones políticas”, añade.

“Comprender los impactos de los cambios dietéticos amplía nuestras opciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Cambiar las dietas también podría generar enormes mejoras para la biodiversidad”, añade Marta Kozicka, investigadora del Programa de Biodiversidad y Recursos Naturales del IIASA.

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Los autores desarrollaron escenarios de cambios dietéticos basados en recetas vegetales de carne de vacuno, cerdo, pollo y leche, que fueron diseñadas para ser nutricionalmente equivalentes a los productos proteicos de origen animal originales y realistas para las capacidades existentes de fabricación de alimentos y los ingredientes de producción disponibles en el mundo.

En sus hallazgos, encontraron que sustituir el 50 % de carne y productos lácteos reduciría sustancialmente los crecientes impactos de los sistemas alimentarios en el medio ambiente natural para 2050, como un 12 % menos superficie agrícola mundial, el freno casi por completo de la reducción de la superficie de bosques y otras tierras naturales y la mitad de los proyectado en aportes de nitrógeno a tierras de cultivo.

Además, habría una reducción de un 10 % en el uso del agua y una reducción de 2,1 gigatoneladas de CO2 equivalente al año en 2050 (un 31% menos respecto a 2020) y la desnutrición mundial disminuiría a un 3,6% (31 millones menos de personas desnutridas).

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Si bien el estudio respalda un mayor uso de sustitutos de la carne de origen vegetal, los autores reconocen que el ganado es una valiosa fuente de ingresos y alimento para los pequeños agricultores en los países de ingresos bajos y medianos. Por eso, consideran crucial adoptar medidas políticas y de gestión rápidas para evitar riesgos ambientales y apoyar a los agricultores y otros actores de la cadena de valor ganadera para una transición del sistema alimentario socialmente justa y sostenible.

Los principales impactos en el uso de consumos agrícolas se producen en China y en los resultados ambientales en África subsahariana y América del Sur. En nuestro caso, España es el primer país europeo y el quinto mundial que más carne consume por persona al año, según datos de Greenpeace. 

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